ÁNGEL RIGUEIRA Jefe de sección Polideportivo

Rafa Nadal, 34 años y nº 2 mundial, no vivió su mejor noche, y Diego Schwartzman, 28 años y 15º ATP, jugó su partido ideal. Se conjuntaron los dos factores necesarios para el que el argentino consiguiese ganar al español, al décimo intento. A una semana vista de Roland Garros, que abre su cuadro principal el domingo 27 de septiembre.

El nueve veces campeón del Masters 1000 ATP de Roma, incluidas las dos ediciones previas (2018 y 2019), entregó la corona, cayó en cuartos ante el ‘Peque’ por 6-2 y 7-5 en 2h.03’. Ni siquiera le ayudó una humedad severa bien entrada la noche, que ralentizó las condiciones de juego.

“He tenido una mala noche contra un rival que ha jugado muy bien. La actitud fue buena dándome oportunidades, pero con tantos saques perdidos a este nivel era imposible”, señaló Rafa.

Brillante ante Pablo Carreño (6-1 y 6-1) y Dusan Lajovic (6-1 y 6-3), sin embargo Rafa Nadal no tuvo las mismas sensaciones ante un oponente que además exigió mucho más que sus antecesores viviendo un encuentro mágico, de máxima inspiración.

Siete meses sin competir, doscientos días fuera del circuito por el parón del coronavirus y la decisión personal de no acudir a Estados Unidos, Rafa Nadal era consciente de que podía hallar problemas en el Foro Itálico. Falló con el saque (sólo 43% de primeros dentro) y acumuló más de 30 errores no forzados, algo desconocido en la superficie en la que es el rey.

No pudo con un adversario que no le gusta pero a quien había superado las nueve veces anteriores. Actitud no faltó, forma parte de su código genético, pero ni siquiera aprovechó que por dos veces recuperara ‘break’ abajo ante un oponente con los nervios lógicos que provoca el vértigo de batir a un hombre que en tierra batida ha ganado 438 partidos y ha perdido, con éste, 40.

Hubo cinco roturas seguidas de saque, tres de Nadal, que no remató el atisbo de remontada porque tiró más de corazón y genio que de unas soluciones que buscó pero no halló. Se sintió dominado, no vio hueco en un oponente capaz de hacer la mejor defensa y contragolpear con acierto. Y en ataque no daba respiro. La dinámica era Schwartzman, que creyó para entrar en semifinales, frente al zurdo canadiense Denis Shapovalov, que se deshizo de Grigor Dimitrov por 6-3, 3-6 y 6-2.

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