La tarde del pasado 7 de enero se publicó la Convocatoria en la que se establecen las bases que regularan el proceso electivo para elegir a los dirigentes estatales del PRI para el periodo 2020-2024.
Son 6 mil doscientos priistas los que tendrán la responsabilidad de elegir con voto secreto y directo a quiénes tendrán en sus manos las riendas del tricolor durante los próximos cuatro años.
De inscribirse más de una fórmula las Asambleas de Consejeros Políticos estarían desarrollándose el próximo 8 de febrero. De lo contrario, si hubiera “Planilla Única” el proceso terminaría con una Asamblea de Ratificación en la que se tomaría protesta a los nuevos dirigentes.
La elección de directivos en el PRI abre casi siempre una temporada de luchas fratricidas que provocan división, encono y desprestigio.
El tricolor atraviesa por una etapa difícil luego de los amargos resultados que obtuvo en las elecciones de 2018, razón por la cual sería de fatales consecuencias que este proceso se desbarrancara.
En amplias franjas del priismo potosino hay conciencia de que para mantener y ganar nuevos espacios de poder hay que cuidar la unidad interna. Pasar del desaliento a la esperanza. Terminar con la etapa de duelo por el poder perdido e iniciar un ciclo de recuperación.
En el episodio que se abre con la renovación de dirigentes estatales el principal dilema es optar entre el cambio o la continuidad. Ha trascendido que Elías Pesina y Yolanda Josefina Cepeda buscaran un nuevo periodo como dirigentes. En los once meses que ocuparon de forma interina los cargos de presidente y secretaria general, respectivamente, hicieron un buen papel. Han sido incluyentes. Lograron acercar de nuevo a militantes que se habían distanciado, han sido conciliadores, prudentes y sin estridencias han cumplido a cabalidad con la encomienda que se les hizo.
A como están las circunstancias políticas -no muy favorables para el PRI- considero que la opción más estratégica, conveniente y pragmática la encarnan Elías Pesina y Yolanda Josefina Cepeda.
Los dos perfiles se complementan, se respetan entre ellos y han formado un buen equipo.
Son militantes que cuentan con el evidente respaldo político y afectivo del gobernador que sigue siendo reconocido por los priistas como primus inter pares (el primero entre iguales).
Entre dirigentes de sectores y organizaciones, cuadros directivos y la mayor parte de los que conforman la base militante del PRI se acepta que el gobernador Juan Manuel Carreras sea el factótum que tenga en sus manos la operación política de su propia sucesión y las principales decisiones de su partido el próximo año. Su opinión será muy influyente ante los dirigentes nacionales para seleccionar a los candidatos priistas a cargos de elección popular. También pesará, y mucho, su sentir al momento de definir las alianzas que el PRI realice con otras fuerzas políticas, movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil para contar con una estrategia ganadora en 2021. De ahí que la cercanía y entendimiento entre el gobernador, Elías y Yolanda Josefina sea una pieza clave en la maquinaria que Carreras utilizará para jugar en las elecciones de 2021.
Es predecible que se presenten algunas resistencias, presiones, críticas y sabotajes al control que evidentemente tiene el gobernador en el PRI. Hay Caballos de Troya que quisieran ver un colapso definitivo en el tricolor o colocar piezas de su grupo en la dirigencia estatal.
Por ello algunas corrientes de opinión y grupos de presión intentarán influir en el proceso de elección de dirigentes para posteriormente, en 2021, disputarle al gobernador el privilegio de tomar las decisiones más importantes en cuanto a candidatos, pero al final, creo que podría pactarse algún acuerdo para mantener la unidad del priismo potosino.
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