A inicios de marzo, Dinamarca, Noruega e Islandia anunciaron la suspensión de la aplicación de la vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford y AstraZeneca.
La sospecha de que uno de los efectos secundarios graves provocados por esta inoculación es la formación de trombos inició en Dinamarca, después de que la Dirección General de Sanidad diera a conocer el caso de una mujer de 60 años que falleció después de recibir la primera dosis de la vacuna.
Y aunque al momento no existe evidencia alguna para relacionar la defunción con la vacuna, la alerta provocó un efecto dominó al que primero se unieron Estonia, Lituania, Letonia y Luxemburgo.
El 11 de marzo pasado, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) emitió su primer comunicado al respecto y dio a conocer que estaba enterada de la medida tomada por Dinamarca y otros ocho países miembros, mientras recordó que a la fecha, “no hay indicios de que la vacuna haya causado estas afecciones, que no se enumeran como efectos secundarios”.
En el mismo documento, la EMA explicó que “el número de eventos tromboembólicos en personas vacunadas no es más alto que el número observado en la población en general” y por lo tanto, desestimó la precaución, aunque dejó claro que el Comité de Evaluación de Riesgos de Farmacovigilancia (PRAC) seguía revisando los casos a fondo.
Un par de días después del posicionamiento de la EMA, la Organización Mundial de la Salud aseguró que tenía conocimiento de los reportes y había iniciado una investigación al respecto; sin embargo, llamó a los países que suspendieron provisionalmente la aplicación de esta vacuna a continuar usándola, debido a que ha demostrado en ensayos clínicos su eficacia y seguridad.
in embargo, ni la EMA ni la OMS lograron que la crisis de desconfianza sobre la vacuna de Oxford y AstraZeneca detuviera su crecimiento en Europa: la mañana del lunes 15 de marzo, Alemania, Francia, España e Italia se unieron a los nueve países restantes y decidieron pausar la vacunación con el biológico británico de forma preventiva.
Al respecto, la farmacéutica publicó un comunicado con la intención de recuperar la confianza en su vacuna y para ello, presentó las conclusiones del último estudio de seguridad a gran escala: de 17 millones de personas que recibieron la inoculación en el Reino Unido y Europa, fueron detectados 15 casos de trombosis y otros 22 de embolia pulmonar, una cifra considerablemente menor a la estadística esperada en la población no vacunada.
A pesar de la evidencia estadística que respalda la seguridad de la vacuna, la desconfianza hacia el desarrollo más barato de las producidos hasta el momento (3.50 dólares por dosis) se apoderó de los países miembros de la Unión Europea, ante el llamado reiterado de la OMS para continuar utilizándola, todo esto en el contexto de una tercera ola de contagios que ya afecta a Italia y Francia.
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