Por: Diego Morato - EXCELSIOR

Un pequeño afluente llamado arroyo Sarandí, que discurre por la zona sur del Área Metropolitana de Buenos Aires, se convirtió esta semana en el epicentro de la inquietud medioambiental local cuando sus aguas aparecieron teñidas de un intenso color rojo.

Las primeras hipótesis de las autoridades apuntan a una presunta filtración de tintes o químicos procedentes de alguna industria cercana, quizá vinculada al sector textil o a una curtiembre. Sin embargo, aún no se ha establecido con certeza la fuente de la contaminación ni la magnitud de los daños causados.

El cambio de tonalidad fue advertido inicialmente por los residentes de la zona de Avellaneda, en la confluencia de la cuenca Matanza-Riachuelo, quienes alertaron también de un “olor nauseabundo” saliendo del agua.

“Soy vecina de toda la vida de acá. Tenemos así, el agua roja. Ha estado gris, ha estado verde, ha estado color medio violeta, azulada, cuando está podrida el agua, con grasa. También, bien marrón, de todo tipo aceite parece arriba”, describió María Ducomls, de 52 años, una de las residentes que ha denunciado de forma reiterada la contaminación del curso fluvial a la AFP. “Yo he hablado hace un rato con la gente del municipio y me decían que creen que es más arriba”, agregó.

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Ducomls, al igual que otros vecinos, señala la posible responsabilidad de una empresa de tratamiento de residuos especiales y peligrosos, presente en la zona desde la década de 1990.

“Vino en el año (del) 93. Está denunciada hace años, está dentro de la causa Mendoza —un fallo histórico en 2004 por cuanto obliga al Estado a dar respuesta a la más grave situación socio–ambiental de Argentina que afecta de manera directa a más de dos millones de personas en torno a la cuenca Matanza Riachuelo— También por el mismo tema de la contaminación [...] Yo veo el camión cisterna que viene a la empresa y pasa esto cada vez que el camión viene a la empresa”, afirmó. “Los organismos vienen y dicen que no encontraron nada, que está todo bien, y no pasa nada”, añadió la mujer, criticando la inacción de las autoridades.

La visión de otros residentes coincide con esta denuncia. Claudia, otra vecina, manifestó: “No es la primera vez que vemos esto. Somos los olvidados. En la zona falta mucho, ni siquiera tenemos agua potable”. A lo largo de la última década, varias personas del sector han denunciado que el arroyo Sarandí ha presentado variaciones de color: “Lo hemos visto azulado, verdoso, rosa y púrpura. El rojo de ahora no tiene antecedentes”, insistió Ducomls.

Ante la alarma ciudadana, el Municipio de Avellaneda y el Ministerio de Ambiente de la provincia de Buenos Aires enviaron técnicos para tomar muestras del agua sospechosa. “Estuvimos en la zona con nuestro laboratorio móvil de Análisis Ambientales junto a la Autoridad del Agua, ACUMAR, la Policía Ecológica y el Municipio.

Esperamos los resultados”, indicaron fuentes de la cartera ambiental, que dirige Daniela Vilar. Con dos litros de agua recogidos, se planea efectuar análisis químicos básicos y exámenes por cromatografía líquida para identificar la sustancia que causó la decoloración.

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“Tomamos muestras de dos litros de agua para hacer análisis básicos químicos y analizar por cromatología líquida con el objetivo de evaluar qué sustancia orgánica está generando la decoloración”, precisaron.

A lo largo del viernes, el tono rojizo fue desapareciendo, con las aguas retornando a su característico matiz marrón-verdoso. No obstante, el fuerte hedor permanece, factor que, según denuncias de los vecinos, agrava la ya deteriorada calidad de vida en la zona. “A la noche ya empezó a cambiar de color. Hoy está de nuevo marrón, o verde, según como lo mires”, relató Marcelo Pugliesi, residente que vive sobre la avenida Nicaragua.

De momento, ni la Fiscalía bonaerense ni el Ministerio de Ambiente de la provincia han promovido acciones judiciales directas, aunque no se descarta que se aplique la Ley de Residuos Peligrosos (24.051), la cual contempla sanciones para quienes arrojen sustancias nocivas que puedan afectar la salud y el entorno natural.

La Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR), por su parte, afirmó no estar interviniendo porque el cauce del Sarandí se halla casi fuera de su jurisdicción, pero ha instado a que las industrias locales, especialmente las de tipo curtiembre, se trasladen a zonas industriales supervisadas para reducir los vertidos incontrolados. Entretanto, los habitantes exigen una solución eficaz.

“Si van a ocupar un sillón y no se van a hacer cargo, que den un paso al costado. Porque están haciendo daño a los vecinos, al medio ambiente y a todos los animales”, zanjó Ducomls.

La magnitud del suceso y la variedad de tonalidades que ha adoptado el arroyo Sarandí en los últimos años plantean un reto para las autoridades.

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