Por: Cristian Segura - El País
Las delegaciones de Rusia y Ucrania han acordado otro intercambio de prisioneros en la tercera ronda de negociaciones entre ambos países para lograr un alto el fuego, este miércoles en Estambul. Las conversaciones han durado menos de una hora, al igual que el último encuentro celebrado en la ciudad turca, en junio pasado, según han informado los representantes de ambos bandos.
El canje de prisioneros incluye por primera vez militares retenidos y civiles de ambos países, de acuerdo con la agencia rusa de noticias TASS. La delegación ucrania ha afirmado en una rueda de prensa al concluir la cita que Moscú debe demostrar un acercamiento más “constructivo” a las conversaciones de paz.
El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ha subrayado que el último pacto permitirá la repatriación de “combatientes heridos y enfermos críticos”. “Hemos asegurado el regreso de más de 1.000 personas, para sus familias, esto representa una oportunidad profunda para poder abrazar a sus seres queridos una vez más”, ha declarado. Las partes no han detallado el número de prisioneros que cruzarán las frontera para volver a sus países, tras esta ronda de negociaciones.
El Kremlin ha dado a conocer que propuso la creación de tres grupos binacionales que se comuniquen de forma remota. Kiev planteó un nuevo encuentro en agosto. Ninguno de los equipos han comunicado un avance sobre la posibilidad de alcanzar una tregua en las ruedas de prensa posteriores a las negociaciones.
Las delegaciones de Ucrania y Rusia están encabezadas por Rustem Umerov, hasta la semana pasada ministro de Defensa de Ucrania y ahora secretario del Consejo de Seguridad Nacional, y Vladímir Medinski, asesor del presidente ruso, Vladímir Putin. Según Interfax, ambos han tenido un encuentro cara a cara antes del inicio de las conversaciones en el Palacio Ciragan de Estambul, auspiciadas por el ministro de Asuntos Exteriores de Turquía, Hakan Fidan.
Los representantes rusos han descartado que se produzca pronto un encuentro entre Putin y Zelenski, uno de los puntos que puso Ucrania sobre la mesa de negociaciones. Medinski ha declarado que una cita entre ambos mandatarios solo está prevista para firmar un compromiso y no para discutir un acuerdo.
El proceso negociador en Estambul empezó el pasado mayo con una primera reunión en la que se acordó un intercambio de 1.000 prisioneros de guerra por bando. La idea inicial de Kiev y de sus aliados internacionales era que Moscú aceptara un alto el fuego inmediato y sin condiciones para iniciar el diálogo para sellar una paz, pero el Kremlin negó esta posibilidad.
En la segunda reunión, en junio, se aprobó otro intercambio de presos y también de cadáveres de combatientes, 6.000 fallecidos por ejército. Ambas delegaciones se instaron a elaborar sendos memorandos en los que explicitaran sus condiciones para una tregua. Kiev no puso prácticamente condiciones para un cese inmediato de las hostilidades. Pero las exigencias del Kremlin se conocieron pocos días después y suponían una rendición de facto de Ucrania: para que Rusia acepte una tregua, el ejército ucranio debe retirarse de cuatro provincias total o parcialmente ocupadas por el invasor (Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jersón), Ucrania debe renunciar a ser miembro de la OTAN y sus aliados deben suspender la entrega de armamento para su defensa.
Umerov ha encabezado las delegaciones ucranias en Estambul desde la primera cita. Fue Umerov quien solicitó formalmente el pasado fin de semana a Moscú la convocatoria de una nueva reunión en Turquía. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, precisó que el objetivo de este tercer encuentro tenía que ser firmar un nuevo intercambio de presos y conseguir que el Kremlin acepte el retorno a Ucrania de menores de edad trasladados a la fuerza de los territorios ocupados a Rusia. Zelenski insistió además en la necesidad de organizar, a partir del diálogo en Estambul, una cumbre entre él y el presidente ruso, Vladímir Putin.
Dmitri Peskov, portavoz de Putin, ha insistido este mes de julio que no es posible acordar ningún alto el fuego sin que Rusia logre sus objetivos de conquista en Ucrania y sin que Kiev acepte sus exigencias draconianas. Esta posición, que el autócrata ruso hizo saber el pasado junio a Donald Trump, presidente de Estados Unidos, ha llevado a la Casa Blanca a un cambio drástico en su aproximación a la guerra: Trump ha pasado de ser conciliador con Putin, negando apoyo a Ucrania e incluso acusando a Zelenski de ser el responsable de la invasión, a reconocer que Moscú no quiere la paz y a aceptar que se transfiera armamento al país invadido. A diferencia respecto a su antecesor en la presidencia, Joe Biden, Trump ha aprobado el envío de armamento, sobre todo sistemas de defensa antiaérea, previa adquisición por parte de los aliados europeos de Ucrania.
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