El presidente electo Joe Biden ha asumido el papel central en el escenario político nacional mientras Donald Trump se esconde en su Casa Blanca, de la cual sólo ha salido para jugar golf desde que perdió la elección (aunque ayer indultó a un cómplice que mintió a las autoridades federales), en un país donde, por la inacción del magnate, la pandemia ha regresado a niveles sin precedente de contagios y muertes y en el cual cada día hay más hambre.

En su mensaje de Día de Acción de Gracias, que se festeja este jueves, Biden buscó proyectarse como el adulto que llegó para rescatar al país con su consigna: “Estados Unidos está de regreso”. Enfatizó la urgencia de la unidad subrayando que la prioridad es combatir la pandemia. “Necesitamos recordar que estamos en guerra contra el virus… no entre nosotros”, dijo, y aseguró que “Estados Unidos no va a perder esta guerra. No se rindan a la fatiga”.

En contraste con el mensaje de Trump cuestionando la legitimidad del proceso electoral, Biden declaró ayer: “en Estados Unidos tenemos elecciones plenas, imparciales y libres, y después honramos los resultados”.

Trump sigue sin salir de la casa presidencial, trinchera desde donde envía ráfagas de tuits con el mismo tema del supuesto gran fraude del cual es víctima y del cual no hay evidencia. A veces sus mensajes son muy breves, como uno de ayer que sólo decía:”¡Elección amañada!”

“Trump ahora es estrella de su propio reality show, que aparentemente le importa a cada vez menos gente. El mundo ha cambiado de canal y él sigue hablando”, resume Politico.

Pero su gobierno está acelerando su esfuerzo por debilitar normas y protecciones laborales y ambientales antes del 20 de enero, como parte de su regalo de despedida. Entre las medidas que busca promover están aflojar regulaciones sobre contaminantes, reglas de trabajo en rastros y protecciones al consumidor. También hay otras medidas aún más escalofriantes que se están promoviendo, como reanudar el uso de electrocuciones y el fusilamiento en ejecuciones federales (algo que si es aprobado podría utilizarse de inmediato con cinco ejecuciones federales ya programadas antes del 20 de enero), reporta ProPublica.

Algunas de las nuevas regulaciones que se desea implementar son parte de la política antimigrante de este gobierno e incluyen más obs-táculos para solicitantes de asilo; este gobierno ha promovido más de 400 cambios en reglas y regulaciones para migración, varias por orden ejecutiva o cambios administrativos para implementar la política antimigrante más extrema en décadas.

Transición a todo vapor

Al mismo tiempo, el proceso de transición procede a todo vapor, ahora que es oficial, aun sin el tradicional reconocimiento del triunfador por el perdedor, algo que posiblemente no ocurrirá. Sin embargo, los equipos encargados de la transición continúan sus reuniones con la amplia gama de agencias federales en preparación para el traslado formal del Poder Ejecutivo el 20 de enero, con o sin la presencia de Trump.

“No sentimos que sea necesario que el presidente electo Biden hable con Trump”, comentó la subdirectora de la campaña del demócrata a reporteros. Agregó: “La elección ya se acabó. Virtualmente todos en la Tierra han aceptado la verdad, con excepción del presidente Trump y Rudy Giuliani”.

Ayer el mandatario de China, Xi Jinping, expresó sus felicitaciones al presidente electo, uno de los pocos gobiernos que aún no lo había hecho (aunque la cancillería china lo hizo la semana pasada).

Mientras, la pandemia –tal vez el principal factor que hundió la relección de Trump por su manejo irresponsable– marcó un nuevo récord nacional al superar 2 millones de nuevos casos en las últimas dos semanas.

Y justo en la temporada cuando se festeja la primera cosecha y se expresa gratitud por la prosperidad con una cena abundante el Día de Acción de Gracias, el hambre en Estados Unidos se ha incrementado a su nivel más alto desde el comienzo de la pandemia a principios de año, y tal vez ha llegado a su mayor nivel desde 1998, reporta el Washington Post. Uno de cada ocho estadunidenses reportó que frecuentemente no tienen suficiente que comer en la última semana; o sea 26 millones de adultos, y más de uno de cada seis adultos dicen eso en hogares con niños.

Más aún, según el Buró del Censo de Estados Unidos y analistas del Center on Budget and Policy Priorities, 44 por ciento de los hogares con niños están “muy confiados” en que tendrán suficiente dinero para comprar el alimento que necesitarán en el próximo mes. La inseguridad alimentaria se duplicó desde el año pasado como consecuencia de la crisis económica, y sus efectos se han visto por caridades por todo el país, desde Dallas a Chicago, de Nueva York a Ohio y algunos calculan que unos 54 millones podrían sufrir hambre este año, incluyendo uno de cada cuatro niños.

Pero después de hacer el tradicional indulto de un pavo el martes, parte de la tradición anual de la Casa Blanca para el Día de Acción de Gracias, ayer el presidente otorgó un indulto presidencial al general Michael Flynn, su primer asesor de Seguridad Nacional, que en dos ocasiones se declaró culpable de mentir a la FBI en torno a sus conversaciones con un embajador ruso.

Flynn fue el único funcionario de la Casa Blanca en ser condenado penalmente como parte de la investigación sobre colusión de la campaña de Trump con el gobierno ruso en 2016 que encabezó Robert Mueller. Trump ha descalificado esa investigación como políticamente motivada. El magnate ya había conmutado las sentencias de otros involucrados, como su amigo Roger Stone. Críticos, incluyendo diputados demócratas que encabezaron su impeachment, denunciaron que el indulto es un “abuso de poder”.

No será el último. Se espera que Trump anuncie una larga lista de indultos desde ahora y hasta el último día de su presidencia, y no se descarta que él mismo esté incluido.

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