Por AP abril 24, 2022
El presidente francés Emmanuel Macron parecía encaminado a la reelección el domingo tras vencer a la candidata de la ultraderecha Marine Le Pen, según proyecciones.
Le Pen luego reconoció su derrota y la victoria del presidente Macron.
Enfatizó, sin embargo, que el porcentaje sin precedente que obtuvo en los comicios “es de por sí una victoria deslumbrante”.
“Las ideas que representamos están alcanzando grandes alturas”, afirmó.
Si las proyecciones son confirmadas por los resultados oficiales, Macron será el primer presidente francés en ser reelegido en 20 años; el último fue Jacques Chirac en 2002. Pero tendrá que gobernar a una nación profundamente dividida y hacer un gran esfuerzo para mantener un mayoría parlamentaria en las elecciones de junio.
Cinco años atrás, Macron obtuvo una abrumadora victoria y se convirtió, a los 39 años, en el presidente más joven en la historia de Francia. En esta ocasión lo más probable es que la diferencia sea mucho menor: Las encuestadoras Opinionway, Harris y Ifop proyectaron que Macron ganará con entre 57 por ciento y 58.5 por ciento de los votos frente a entre 41.5-43 por ciento para Le Pen.
Esta segunda vuelta tiene implicaciones para el futuro de Europa. Durante la campaña Macron era favorito pero enfrentaba un duro desafío de Le Pen.
Macron pidió a los votantes que confiaran en él para un segundo mandato de cinco años tras un mandato que incluyó protestas, la pandemia y la guerra en Ucrania.
El resultado de los comicios en Francia, una potencia nuclear con una de las economías más grandes del mundo, también podría afectar al conflicto en Ucrania, ya que Francia ha jugado un papel clave en los esfuerzos diplomáticos y el apoyo a las sanciones contra Rusia.
El apoyo a Le Pen había crecido durante la campaña al nivel más alto que ha logrado nunca la candidata, y la participación resultará decisiva el domingo. Muchos de los que tenían previsto votar por Macron probablemente lo harían para frenar a Le Pen y a ideas consideradas como demasiado extremas y antidemocráticas, como su plan de prohibir el uso del hiyab islámico en público o sus lazos con Rusia.
Los dos candidatos intentan atraer los 7.7 millones de votos que obtuvo el candidato izquierdista Jean-Luc Melenchon, derrotado en primera vuelta. La participación al mediodía era de 26.1 por ciento, un poco más que en la primera ronda del 10 de abril.
Para muchos de los que votaron a favor de candidatos de izquierda en la primera ronda del 10 de abril, esta segunda votación plantea una desagradable decisión entre la nacionalista Le Pen y un presidente que algunos creen se ha desplazado hacia la derecha en su primer mandato. El resultado podría depender de qué escogen los votantes izquierdistas, entre apoyar a Macron o abstenerse y dejarle que se las arregle contra Le Pen.
Todos los sondeos de opinión de los últimos días apuntaban a una victoria del mandatario europeísta de 44 años, aunque la diferencia respecto a su rival nacionalista, de 53 años, variaba mucho, entre 6 y 15 puntos porcentuales, en función de la encuesta. También adelantaban un posible récord de personas que votarían en blanco o se quedarían en casa.
Macron salió a la ofensiva esta semana en un debate de dos horas y 45 minutos, el último de la campaña, en el que arrinconó a su rival de ultraderecha en un esfuerzo de conseguir los votos que necesita para ganar.
Le Pen ha intentado apelar a la clase trabajadora, afectada por la subida de precios derivada de la guerra de Rusia en Ucrania, una estrategia que incluso Macron reconoce que ha tenido efecto. La ultraderechista dijo que bajar el coste de la vida sería su prioridad si era elegida como la primera mujer presidenta de Francia y se presentó como la candidata para los votantes que no llegan a fin de mes.
Le Pen afirma que la presidencia de Macron ha dividido al país y alude a menudo al movimiento de protesta de los chalecos amarillos, que remeció al gobierno de Macron antes de la pandemia del COVID-19 con protestas violentas contra medidas económicas que en opinión de algunos perjudicaron a los más pobres.
La campaña presidencial francesa ha sido especialmente dura para los votantes de origen inmigrante y minorías religiosas. Las encuestas indican que buena parte de la población musulmana francesa, la más grande en Europa occidental, votó en primera ronda a favor de candidatos de izquierda, de modo que su voz podría ser decisiva.
Macron también ha defendido sus logros climáticos y ambientalistas en un intento de atraer a votantes jóvenes que tienden a votar a la izquierda. Los millennials en particular votaron en masa a favor de Melenchon. Muchos votantes jóvenes están especialmente interesados en cuestiones climáticas.
Aunque Macron se asoció con el lema “Hagamos el planeta grande de nuevo” en su primer mandato de cinco años, claudicó ante los indignados manifestantes de los chalecos amarillos al eliminar un aumento de los impuestos al combustible. Macron ha dicho que su próximo primer ministro quedaría a cargo de planificación ambiental, dentro de los esfuerzos de que Francia alcance las emisiones neutras de dióxido de carbono para 2050.
Le Pen, considerada en el pasado como una escéptica del cambio climático, quiere eliminar las subvenciones a energías renovables. Ha prometido desmantelar campos eólicos e invertir en energía hidroeléctrica y nuclear.
Alrededor de 48.8 millones de votantes estaban elegibles para participar en la segunda vuelta.
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