Habitantes de Joyas del Durazno destacan la riqueza natural de su entorno y el compromiso comunitario por preservar el medio ambiente. Además de cultivar maíz, frijol y alcatraces, participan activamente en el monitoreo de fauna y en la protección de los bosques del Parque Nacional El Potosí, donde han logrado reducir la tala y documentar el regreso de especies como el puma, el jabalí y el ocelote. informo el Juez Auxiliar de Joyas del Durazno

En la comunidad serrana de Joyas del Durazno, perteneciente al municipio de Rioverde, los habitantes han logrado un equilibrio entre la vida rural, la producción agrícola y la conservación del medio ambiente.

Tras las recientes lluvias que han dejado el paisaje verde y fértil, los campesinos de la zona se preparan para sembrar maíz y frijol, esperando que las parcelas se sequen lo suficiente para trabajar la tierra. Además de estos cultivos básicos para el sustento familiar, la comunidad es reconocida por la siembra tradicional del alcatraz, una flor de gran valor ornamental que crece en zonas húmedas y que ha sido cultivada por generaciones durante más de 30 años.

Pero Joyas del Durazno no solo destaca por su vocación agrícola. Los propios pobladores, en coordinación con autoridades ambientales, participan en labores de monitoreo de fauna silvestre, colocando cámaras y realizando recorridos en áreas protegidas del Parque Nacional El Potosí.

Gracias a estos esfuerzos, se ha podido documentar la presencia de diversas especies como gato montés, pumas, jabalíes, venados, zorros y el ocelote, especie nativa de la Huasteca. “Nosotros no cazamos, al contrario, los protegemos”, señaló uno de los habitantes, quien también informó que estos monitoreos han permitido reducir la tala clandestina y promover la regeneración natural del ecosistema.

Aunque se han detectado reportes de tala en zonas más altas de la sierra, los pobladores de Joyas del Durazno afirman que en su comunidad prevalece el compromiso por cuidar los árboles en lugar de derribarlos, reforzando su papel como guardianes de la montaña.

“Vivimos bien aquí en la sierra. Es fresco, bonito, verde y lleno de vida”, concluyen con orgullo quienes ven en su entorno no solo un hogar, sino un legado que merece ser protegido.

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