Rioverde. – En un rincón lleno de color, memoria y tradición dentro del mercado Cristóbal Colón, María Susana Domínguez Sordia mantiene viva una parte entrañable de la cultura mexicana: las artesanías típicas que evocan la infancia de abuelas, madres y nietos.

“Tenemos carritos, trompos de tirón, pirinolas, tequileros, llaveritos, tacitas, platitos, cazuelitas, imágenes religiosas, caballitos de palo, juguetes de madera, molcajetitos y la tradicional lotería”, relata con orgullo. Cada pieza guarda una historia, y muchas personas que la visitan recuerdan cuando sus abuelas o madres les regalaban algo similar. “Son detallitos muy pequeños, pero para nosotros significan demasiado”.

Uno de los productos más representativos son los guajitos, tradicionales vasitos que, cuenta María Susana, usaba su propio abuelo en la milpa para beber agua. “Todavía me tocó tomar agua de guajito”, dice con emoción.

Pese a los cambios en gustos y costumbres, la tradición sigue viva gracias a los paisanos que regresan en vacaciones y buscan llevarse un pedacito de su tierra en forma de artesanía. “Los paisanos son nuestra fuerte. Ellos sí aprecian esto, porque estando fuera valoran más nuestras raíces”, afirma. “A veces uno piensa que ya no se va a vender, pero vuelve a salir... y uno siente que esto va a seguir adelante”.

Además, los precios son accesibles: “Hay piezas desde 15, 20, 30 pesos. Depende del producto, pero hay para todos”, comenta.

María Susana no sólo vende artesanías, ofrece memoria, identidad y emoción. “La lotería es algo que no debe faltar, es una tradición. Y hay quienes les gusta tener sus recuerditos en casa como adorno”.

Con una sonrisa y el corazón puesto en cada artículo, concluye:
“Que digan: ‘Vamos a Río Verde, vamos a artesanía’. Eso nos llena”.

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