Fue inteligente y políticamente correcto que el PAN haya dado un primer paso para evitar la división interna exactamente cuando faltan pocos meses para la selección de su candidato a la gubernatura. A diferencia de otros partidos en Acción Nacional hay demasiados aspirantes, esto complica en exceso llevar a cabo una selección tersa que evite repetir los errores del pasado. En el PAN hay malas experiencias al respecto. En las últimas dos contiendas para gobernador cuando tenían todas las posibilidades de ganar fueron vencidos por las confrontaciones internas, las traiciones y las estrategias de guerra sucia entre compañeros. Ocurrió así durante las elecciones en las que fueron candidatos Alejandro Zapata (2009) y Sonia Mendoza (2015).

Alejandro tenía casi el triunfo en la bolsa – Así lo reportaban las encuestas en el arranque de la campaña- pero al final fue derrotado por el doctor Fernando Toranzo. En aquella ocasión otro de los aspirantes a la candidatura, el virtuoso ejecutante del trapecio político, Eugenio Govea, no aceptó su derrota y renunció al PAN argumentando que la elección interna había sido un cochinero y que la candidatura de Zapata era producto de un fraude. Semanas después en un acto de traición se unió a la campaña de Toranzo.

Este error fue cometido una vez más en la pasada elección de gobernador, en 2015, cuando Sonia Mendoza fue víctima de todo tipo de bajezas por parte de sus compañeros de partido. Aun así la actual diputada local perdió apenas con 2.7 puntos de desventaja respecto al puntaje de votación que obtuvo Juan Manuel Carreras. La historia pudo haber sido otra si los panistas no se hubieran entregado al canibalismo político.

Ahora y frente al proceso electoral 2020-2021 la gran incógnita es saber si el PAN aprendió de sus errores o si una vez más se impondrán la mezquindad, los egos y las traiciones. Evitar un escenario de división en gran parte depende de la capacidad de operación política de sus dirigentes, es decir, de la destreza que tengan para administrar el conflicto y los momentos de tensión; igualmente resulta fundamental la creación de espacios de diálogo y acuerdo entre los aspirantes para pactar por consenso y con apego a sus Estatutos el método y los tiempos de la selección del candidato.

El dirigente estatal, Juan Francisco Aguilar Hernández, sabe que su desafío mayor es evitar la fragmentación interna en una coyuntura en la que su partido es considerado como el competidor mejor dotado para derrotar a Morena en las elecciones de 2021.

Por eso fue meritorio haber sentado a la mesa de los acuerdos el pasado 8 de julio a Octavio Pedroza, Marco Antonio Gama, Xavier Azuara, Rolando Hervert, Alejandro Lozano, Sonia Mendoza y Xavier Nava. Es la mejor manera de crear un espacio institucional para conducir sin rupturas la selección de su candidato o candidata.

Lo único que podría desbaratar este ejercicio de mediación política sería que la dirigencia nacional no cumpliera su palabra de realizar un proceso democrático, transparente, equitativo y con participación de los militantes y que se intentara imponer a un candidato. Un agravio como este sería letal para las aspiraciones de Acción Nacional de ganar la gubernatura el próximo año.

Luego de los acuerdos que se dieron el pasado 8 de julio entre los siete aspirantes a la gubernatura sería deseable que no haya ataques entre ellos. Cierto que el activismo político de los precandidatos no se detendrá, pero ahora tienen claro que no debe haber juego sucio porque hay que cuidar la unidad interna.

Hasta hace poco los que ambicionan ganar el codiciado trofeo de la candidatura andaban con la rienda suelta, desplegando un activismo desaforado para darse a conocer y ganar terreno en las preferencias de los militantes y los ciudadanos. Pero ahora que fueron llamados a la prudencia por el dirigente estatal todos hicieron el compromiso de cuidar las formas y comportarse con un mínimo de civilidad y compañerismo. Pero deberán además respetar las reglas señaladas en la ley electoral, acatar las normas de sus órganos de gobierno interno, evitar realizar actos anticipados de campaña para no poner en riesgo la elección interna y no comprometer a su partido por violaciones a la Ley Electoral.

Hay quienes consideran que estos acuerdos no se cumplirán, pero en lo personal pienso que hay que otorgarles el beneficio de la duda.

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